Mira cómo se me pone la piel cuando te recuerdo
por la garganta me sube un río de sangre fresco
de la herida que atraviesa de parte a parte mi cuerpo
tengo clavos en las manos y cuchillos en los dedos
y en la sien una corona hecha de alfileres negros
mira cómo se me pone la piel cada vez que me acuerdo
que soy un hombre casao y sin embargo te quiero
Entre tu casa y mi casa hay un muro de silencio
de ortigas y de chumberas, de cal, de arena, de viento
de madreselvas oscuras y de vidrios en acecho
un muro para que nunca lo pueda saltar el pueblo
que está rondando la llave que guarda nuestro secreto
y yo sé bien que me quieres, y tú sabes que te quiero
y lo sabemos los dos, y nadie puede saberlo
(Música)
Salgo de mi casa al campo sólo con tu pensamiento
por acariciar a solas la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo cuando venías del pueblo
y que no te he dicho nunca, mi vida, que yo lo tengo
y lo estrujo entre mis manos lo mismo que un limón nuevo
y miro tus iniciales y las repito en silencio
para que ni el campo sepa lo que yo te estoy queriendo
Ayer en la plaza nueva, vida, no vuelvas a hacerlo
te vi besar a mi niño, a mi niño el más pequeño
y cómo le besarías, ay, Virgen de los Remedios
que fue la primera vez que a mí me diste un beso
llegué corriendo a mi casa, alcé a mi niño del suelo
y sin que nadie me viera, como un ladrón en acecho
en su cara de amapola mordió mi boca tu beso
Ay, qué alegría y qué pena quererte como te quiero
mira, pase lo que pase, y aunque se hunda el firmamento
aunque tu nombre y el mío lo pisoteen por el suelo
aunque la tierra se abra y aún cuando lo sepa el pueblo
y ponga nuestras banderas de amor a los cuatro vientos
sigue queriéndome así, tormento de mis tormentos
ay, qué alegría y qué pena, quererte como te quiero